Poco antes del fallecimiento del gran Agustín
Rodríguez, la Perla Negra de Herrera, mi padre, quien fue siempre admirador de
este baluarte del folklor, tuvo la oportunidad de visitarlo varias veces. De aquellas conversaciones que tuvieran me ha
quedado un puñado de décimas que afortunadamente mi papá anotó. He querido compartir la siguiente, que es
francamente una de las que más me gusta.
La he transcrito fiel al archivo que reposó en la laptop de mi padre hasta
hace poco. Espero poder compartir
algunas más de este gran decimista
panameño en un futuro próximo. Aquí se
las dejo, a la luz del prisma...
Juramento
Cumplido (Torrente: Zapatero)
I.
Camino
del pueblo un día
a un
jinete en su montura
en medio
de la llanura
distingue
la serranía.
Se
pierde en la lejanía
el eco
de un estribillo
cuando
el garañón rosillo
llega a
una laguna leve
mientras
el caballo bebe
él enciende
un cigarrillo.
II.
Se estuvo
un rato pensando
luego la
marcha reanuda
hombre y
bestia siguen muda
por el
camino avanzando.
Ya se
estaba aproximando
de lejo’
el pueblo veía
desde
hace tiempo seguía
la pista
de aquel malvado
el que
un día menos pesado
mató lo
que más quería.
III.
Llega al
pueblo decidido
luego
entra en la taberna
con su
pistola moderna
iba con
el pecho erguido.
En el
momento ha pedido
un trago
con voz violenta
al mismo
tiempo presenta
un
retrato un poco viejo
“he
venido de muy lejos
para
saldar una cuenta”.
IV.
Le
pregunta al cantinero
si
conoce la persona
mientras
el trago se toma
el
valiente forastero.
Le dice
el otro: “no quiero
en mi cantina
violencia”
volteándose
con paciencia
ante
aquellos parroquianos
y el
retrato en sus manos
lo mostró
a la concurrencia.
V.
Cuando
el otro se enteró
de que
lo andaban buscando
se estuvo
un rato pensando
y después
se presentó.
A la
cantina llegó
atravesando
el umbral
hijo de Dios
y del mal
dígale
muy claramente:
“si tú
eres hombre valiente
defiéndete
como tal”.
VI.
Estando
ya frente a frente
le
pregunta: “tú eres hombre”
dice el
otro: “de renombre
siempre
he sido suficiente”.
Se
escucharon de repente
las
pistolas detonar
así tuvo
que acabar
con el
pecho ensangrentado
el
cuerpo de aquel malvado
se vio
en el suelo rodar.
VII.
Luego
monta en su corcel
y sin
mirar para atrás
para no
volver jamás
se aleja
del pueblo aquel.
En el
cementerio él
llega a
una tumba y la besa
de
rodillas le confiesa
mostrando
su gallardía
“como te
juré alma mía
he
cumplido mi promesa”
Autor: Agustín
Rodríguez
La Perla
Negra de Herrera
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