jueves, 8 de noviembre de 2018

Me perdí el desfile - La Chorrera - Opinión

El 4 de noviembre, día de nuestra Bandera Nacional, salí a ver a mi hija marchar con su colegio en La Chorrera.  Llegué temprano y me ubiqué a orilla de la carretera, en el lugar que me pareció más cómodo para ver desde mi silla de ruedas el espectáculo.

Al finalizar la tarde, algunas horas después, si alguien me hubiera preguntado qué escuelas vi, qué me parecieron los uniformes coloridos de los diferentes planteles o las coreografías de las banderolas y batuteras, no hubiera podido contestar; a pesar de estar allí desde temprano me perdí el desfile y estoy seguro que así como yo, muchos se lo perdieron también.

Gráfico de los desfiles patrios

No solo la gente no respetó mi rango de visión ubicándose al frente sin reparo, sino que para mi sorpresa había una cantidad desmesurada de acompañantes con cada escuela que iban haciéndole “guardia” a ambos lados de la calle, obstaculizando la visión de todo el mundo. 

El desorden fue tan grande que al final, todos terminaron invadiendo la avenida, entorpeciendo el objetivo de la fecha; tanto así, que no faltaron incidentes en donde estudiantes golpearon involuntariamente con sus acrobacias a espectadores por falta de espacio.

Mi línea de visión.  Obsérvese la linea de la orilla de la calle.

Es increíble que seamos tan desconsiderados con el prójimo.  Imaginen cuantos ancianos y personas con discapacidad les resulta imposible ver un desfile por comportamientos como este.  Tenemos que concientizarnos en temas de inclusión aún en los que parecen no ser importantes.

Necesitamos encontrar soluciones a todos estos temas; proponer ideas como por ejemplo:

1. Que los acompañantes de los planteles circulen detrás de los espectadores
2. Colocar cintas perimetrales para que las personas no invadan el área en donde los estudiantes marchan
3. Crear zonas para espectadores sentados.

Acompañantes en media calle metidos entre la banda de música y los diablicos que danzan al fondo.

Por mi parte, para poder ver a mi hija, tuve que pedir permiso y pararme casi que al medio de la carretera.  Fue la única escuela que vi, al menos para mí fue la más importante.

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