lunes, 28 de agosto de 2017

CARTA DE AMOR PARA MI HIJA: “Trece inviernos” - Feliz Cumpleaños, Lluvia

Hoy cumple años mi linda, Lluvia Camileth Osorio-Barahona Manzzo.  Les comparto, a la luz del prisma, mi regalo...

Carta de Amor para mi Hija: “Trece inviernos”

La primera vez que te vi fue un día como hoy; hace exactamente trece inviernos.

Estaba nervioso, lo recuerdo bien.

Alguien me dijo: “cuando la veas quedarás prendado para siempre y será, para ti, la persona más importante del mundo”.  No le creí.  Que tonto fui…

Me llevaron a un edificio, a un pasillo blanco en donde estaba rodeado de gente desconocida que me hablaban; me sentía más solo que nunca, con miedo…

“Dentro de unos instantes”, me dijo otro extraño, “saldrá por el pasillo”.

La expectativa era terrible.  Sentía que la espera me rebasaba; su peso era más fuerte que yo.

Una puerta doble me truncaba el paso y la claridad de una ventanita alta, por la cual no podía mirar, era el único indicio de que al otro lado estabas tú.

Y después de un silencio espeso, atroz, escuché tu grito como diciendo: ¡Estoy aquí!  ¡El mundo es mío!

Casi caigo de bruces.  Los desconocidos me abrazaban y yo los apartaba sin querer.  “Déjenme solo, ya casi está aquí”.

La puerta se abrió y un hombre vestido de verde te tenía en sus brazos.  Se agachó un poco solo para mí y fue cuando te vi por primera vez.  Lloré como un niño.  No lo olvidaré…


Entonces reconocí a quienes que me rodeaban: vi a mi madre, a mi padre, a mi abuela, a mi abuelo, a mi hermano, a mis amigos, estaban todos allí.

Unos días después te llevé conmigo a mi castillo en donde pasaba noches enteras como embrujado por tu ternura mirándote dormir y en mis desvaríos te prometí volverme inmortal para estar siempre contigo.

Guardaste silencio por muchas semanas.  Silencios hermosos interrumpidos por pequeños llantos nocturnos que corríamos a consolar.

Nos hicimos amigos y aprendimos a comunicarnos a tu manera, con besos, abrazos y caricias.  Cuanto daba yo en aquel entonces por escuchar una palabra de tus labios. 

Seis meses después, posiblemente el día más alegre de mi vida, me dijiste, con la voz más dulce y mágica de todos los tiempos: “papá”; y con esto conjuraste el invierno, los vientos y las lluvias para que nunca más me dejasen solo.

Desde ese momento, hace trece inviernos, llueve todos los días en mi castillo chocolate y miel.

No puedo negarlo, soy el padre más feliz del mundo.

La Chorrera, 28 de agosto de 2017, 6:32 p.m.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario