He terminado de leer Rayuela de Julio
Cortázar hace algunos días y no quise perder la oportunidad de hacer algunas
reflexiones sobre éste majestuoso libro.
Lo difícil de esto, claro está, es que no hay absolutamente nada que yo,
en pleno año 2013 y 50 años después de
su lanzamiento, pueda decir sobre Rayuela que no haya sido dicho con
anterioridad.
Quisiera iniciar diciendo primeramente,
que en mi andar literario he leído muchas obras clásicas e inmortales como las
epopeyas y también novelas de grandes autores como Alejandro Dumas, Víctor Hugo,
Julio Verne y Rafael Sabatini, por mencionar solo algunos, y tengo además que
confesar, que nunca había leído una novela como Rayuela.
Las características de esta novela fueron
en primera instancia muy sorprendentes para mí, y no me extraña para nada que
el mismo autor haya descrito este trabajo como una anti-novela. Los personajes
son muy profundos y tienen ideas y convicciones propias, como si hubiesen
existido en realidad. Esto último lo
digo por el hecho de que los mismos parecieran haber tenido vidas largas en las
cuales coleccionaron experiencias que los llevaron a tener dichas ideas.
Julio Cortazar
Julio Cortazar
Pero lo que más me llamó la atención
sin duda alguna es la tremenda energía que tuvo que haberle costado a Julio
Cortázar idear y escribir una obra como esta.
En este punto me refiero específicamente a que en los relatos, los
escritores a veces toman “descansos” siguiendo el guion que tienen planificado
y muchas veces no profundizan en asuntos no tan importantes según su propio
criterio. Sin embargo, éste no es el
caso de Cortázar. En este libro se
describen hasta los detalles más mínimos e insignificante, como por ejemplo la
canción que cantaba Horacio Oliveira cuando hablaba en el Club, pero en esto no
es solo el hecho de mencionarla (como lo hubiera hecho yo) sino de intercalar con
sus pensamientos los versos de dicha canción, tal como sucede dentro de
nuestras cabezas.
El conocimiento sobre música (Jazz,
Rock, etc.), filosofía y literatura (hace referencia a muchos autores) que
tiene Julio Cortázar es impresionante. Rayuela
ha ganado, por todo esto, el sitial como la obra cumbre de Cortázar y una de
las grandes obras de la literatura latinoamericana.
Por lo tanto no puedo decir otra cosa
que lo siguiente: “para mí, Rayuela no es una novela, es una pintura hecha novela”. Esto puede sonar como una incoherencia a
primera mano, pero un pintor debe calcular cada una de las pinceladas con el
color correcto y el movimiento adecuado para que encaje en la obra
completa. Cada pincelada por si sola solamente es una mancha. De la misma manera, Julio Cortázar puso
cuidado en cada una de las oraciones que componen esta obra, haciendo esto de
tal manera, que uno puede leerla en el orden normal, o en cualquier otro orden
que uno deseé. Lo que la hace compleja y
casi perfecta a la vez. Es como si fuera
un desastre ordenado magistralmente.
Qué más puedo decir. Es cierto (al menos para mí), “Rayuela no es una novela, es una pintura
hecha novela”. ¡Grande Cortázar!
Enlaces de interés:
Nota
del escritor Carlos Fong para La Estrella de Panamá Online –
Un
experimento que se llamó ‘Rayuela’ –
Las
mil vidas de la ‘Rayuela’ infinita –
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