Mamá me levantaba temprano. Luego me sentaba en el portal en una sillita
mecedora de cuero hecha por mi abuelo. El
fresco de la mañana, los rayos del sol de frente, son vitamina d, decía mamá y
la expectativa. Al poco rato, bajando
por la calle 45 norte, se acercaba un hombrecillo con el uniforme celeste del
IDAAN. El rostro enrojecido por el calor
de la calle; Colorao’ venía a traer
el recibo del agua.
¿Cómo le va, Doña Chela?, amiguito ¿cómo estás? y yo
emocionado sin saber muy bien que contestarle.
Ese mismo año, después de su segundo título con el San Francisco F.C., accedió
a firmarme un autógrafo. Recuerdo que le
dio pena, mamá tuvo que convencerlo como si su firma no valiera un cuara.
Pero lo valía, lo valía para mí y los miles de niños que lo vimos
defender incansable el marco del San Fran
en aquel juego histórico frente al Plaza Amador. Nadie pasa…
Hace seis días falleció, Colorao’. Sin homenaje ni
pompa. Bajo tierra, en las profundidades
de una alcantarilla oscura. Realizando
un trabajo sin los equipos necesarios, según dicen. Imagino que tienen razón. Aquí casi todo funciona así.
Me da vergüenza. Una
vergüenza ajena de que seamos tan ingratos con quien nos dio tanta
alegría, por quien se abrieron tantas cervezas. Un chorrerano entre los
chorreranos.
Debimos haber cuidado más a Colorao’. Darle el valor que se merecía: una ayuda económica o un oficio relacionado con el deporte donde tanto hubiera podido aportar. Qué sé yo… O al menos, si no había para más, darle un tanque de oxígeno para que el tipo pudiera hacer su trabajo de forma segura.
Debimos haber cuidado más a Colorao’. Darle el valor que se merecía: una ayuda económica o un oficio relacionado con el deporte donde tanto hubiera podido aportar. Qué sé yo… O al menos, si no había para más, darle un tanque de oxígeno para que el tipo pudiera hacer su trabajo de forma segura.
Son casi las dos de la mañana. La mayoría duerme mientras Colón se está
cayendo a pedazos y yo aquí que no me termino de convencer de vivir en un país
en donde nuestras glorias deportivas mueren en las cloacas.
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