Solo para ilustrar el contenido del
presente escrito, quisiera que empezáramos por revisar el significado de la
palabra “Religión” de acuerdo a la Real Academia Española, el cual es el
siguiente: “Conjunto de creencias o
dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia
ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales,
principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”.
Esta es una definición universal, porque
esta palabra es universal en todos los seres humanos. Todas las civilizaciones del mundo, las
importantes así como las pequeñas, han tenido su propia religión: los griegos,
los romanos, los judíos, los cristianos, los musulmanes, los sumerios, los
egipcios, los celtas, los chinos, los japoneses, los mayas, los incas, los
aztecas, entre otras, han tenido religiones hasta cierto punto “parecidas” en
algunos aspectos que aparentan repetirse, como si una hubiese salido de la
otra, lo cual en sí es una teoría filosófica de que existe una religión original
de la raza humana y que cada una de las posteriores no es sino una nueva
representación de la misma.
Es por esto que la enseñanza de una
asignatura llamada “religión”, en mi humilde opinión, debiera centrarse en el
estudio de las diferentes religiones el mundo, o al menos las más influyentes en
la actualidad, como: el Budismo, el Islamismo, el Judaísmo y por supuesto el
Cristianismo; de sus aspectos más sobresalientes como: sus prácticas, sus
creencias, sus deidades y sus costumbres.
Curiosamente en nuestro país, desde que
puedo recordar, el estudio de la religión como asignatura pareciera ser más una
clase de catecismo Católico obligatoria para todos los ciudadanos, sin importar
sus credos, orígenes o creencias. ¿Quién
no recuerda en el colegio la típica disputa entre los padres de familias
protestantes o budistas, que se resistían a que sus hijos rezaran todos los
días al llegar al salón? En mi caso fue
una situación que aunque no me afectaba, al haber crecido en un hogar católico,
pude atestiguar en varias ocasiones.
He visto últimamente, no sin algo de inquietud,
la intervención de la Iglesia Católica en algunos asuntos de Estado como la
firma del “Pacto Ético Electoral” y del controversial “Compromiso Nacional por
la Vida y la Familia” en los pasados comicios electorales. Pareciera que nuestro nuevo gobierno es un
gobierno Pro Catolicismo, lo cual francamente no tiene nada de extraño pues
nuestros gobernantes tienen el mismo derecho que todos nosotros a tener su
propia inclinación religiosa. Sin
embargo, creo que Panamá debe permanecer siendo, como dice la frase de la cual
tanto nos jactamos, “Un crisol de razas”, en donde cada individuo pueda manifestar
y ejercitar sus diferentes creencias sin crear conflicto alguno.
Hace algunos días me llegó, por las
redes sociales, la siguiente imagen:
Puede que para una familia cristiana (como
la mía) este temario de estudio para un niño de primer grado parezca correcto,
pero tengan la seguridad que para una familia budista puede que no lo sea. Existen en este punto en particular sobre la
creación del mundo y la humanidad, muchísimas teorías religiosas diferentes e interesantes,
desde la versión del Popol Vuh, hasta
la de nuestros propios grupos aborígenes.
Aunque posiblemente para un niño pequeño esto sea demasiado, a donde
quiero llegar es que en los años posteriores se debiera estudiar las otras
variantes de la historia a manera de ilustrar a nuestros jóvenes.
Me tomé, dicho sea de paso, el trabajo
de revisar el Programa de Religión, Moral y Valores del Ministerio de Educación
(Versión actualizada, 2014) y cabe destacar que en la Bibliografía para el
Docente solamente incluye libros católicos.
Finalmente, no quisiera que este escrito
se vea como un ataque a la Iglesia Católica porque no lo es, pero nuestro país
no es un Estado Cristiano; somos una República en donde hay derecho al libre
culto. No se debe subestimar la
intervención de ninguna Iglesia o institución religiosa en temas de la Nación por
insignificante que parezca.
Posiblemente, para algunos, este
artículo carezca de importancia, pero no debemos tomar a la ligera lo que hemos
expuesto. Si desde temprana edad, pudiésemos
enseñar a nuestros hijos (yo soy padre de familia también) acerca de las
creencias de los demás, estoy seguro que habrían menos conflictos; estoy seguro
que muchas más personas se identificarían con nuestros Ngäbes y la importancia
que le dan a Barro Blanco, y que más personas entenderían la gravedad del
problema en Jerusalén sin tener que parcializarse a un bando o al otro a la
ligera.
Lo que proponemos es solamente que se
haga una ampliación en el temario de esta materia escolar, no su eliminación,
ya que la consideramos parte importante de la cultura panameña y de nuestra
herencia tanto colonial así como precolombina.
Quisiera terminar por recordar la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en el artículo 18, indica: “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de
cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su
religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en
privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Nota aclaratoria: En la actualidad
no pertenezco a ningún grupo o denominación religiosa, sin embargo me considero
un hombre creyente en Dios y en sus enseñanzas escritas en la Biblia
(Reyna-Valera, Versión Antigua de 1606).
Nota: La imagen presentada circula
por las redes sociales (Facebook). Desconozco
su sitio de origen.
Este artículo aparece en la revista web Chichafuerte.com
Enlaces de interés:
Documento
en PDF del Programa de Religión, Moral y Valores del Ministerio de Educación
(Versión actualizada, 2014) - http://consulta.meduca.gob.pa/04unad/DNCYTE/docs/PROGRAMAS/EDUCACION_BASICA_GENERAL/PREMEDIA/RELIGI%C3%93N%207%C2%BA,%208%C2%BA,%209%C2%BA%202014.pdf
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