Me acaba de
llegar la noticia del fallecimiento del Ing. Mario Rodríguez Vega, Director del
Instituto de Formación Especializada Bilingüe Emmanuel.
Su muerte me
llena de tristeza de forma particular.
Conocí a Don
Mario hace algunos años, una gran persona que nos abrió las puertas de su
colegio para impartir clases de ajedrez.
Don Mario era una
persona de un positivismo tremendo, un paladín de la educación, un hombre
bueno.
El único director
educativo a quienes sus alumnos salían a abrazar en los recreos. Un hombre, quien emulando a los grandes (Julio
Cesar y Alejandro el Grande), conocía el nombre y apellido de cada uno de sus
alumnos.
Pero sobre todas
cosas, el único director de todo el
distrito quien me abrió las puertas para que mi hija Luna asistiera a clases con
su mamá en su plantel; razón por lo cual siempre estaré en deuda con él.
Su recuerdo en la
mente de Luna y sus compañeritos es imborrable; Daysi me cuenta como cuando lo
escuchaban por los pasillos decían: ¡Llegó el Señor Mario! ¡Llegó el Señor
Mario!, emocionados de ver a su director.
La muerte de Don
Mario deja un vacío que será difícil de llenar.
Quienes lo conocimos, nos hará mucha falta.
Recuerdan mis
padres la última conversación que tuvieron, recién el pasado viernes 29 (hace
menos de 48 horas), en donde les dijo que estaba seguro que estaba seguro que él le entregaría el
diploma a mi Luna, caminando.
Don Mario siempre
creyó en Luna y nosotros siempre creímos en Don Mario.
Que Descanse en
Paz. Dios lo reciba en su gloria.
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