viernes, 18 de mayo de 2018

Cuento Corto por Alfredo Belda

Los Desnudos somos más

Soñé que estaba vestido con saco y corbata, casi de diseñador, estaba completamente afeitado y con el cabello corto, era un sueño normal más allá de verme sin barba o acicalado. Lo raro era que me veía entrando de nuevo al Tribunal Electoral, como hacen muchos ciudadanos, siempre que llego a este lugar me tomo una foto con la estatua en el medio de la Plaza de la Democracia, ¿Cuál democracia pensaba yo? Pero para mi sorpresa de repente la gente que pasaba me señalaba, me miraba extraño y yo me decía para mis adentros, que cosa, la gente siempre de metida en la vida de los otros. Todo cambió cuando estrepitosamente llegaron dos policías, los reconocí pues tenía quepis, pistolas y toletes, venían acompañado de una señora muy alterada que mientras me señalaba y recriminaba que hicieran algo a los policías, le tapaba los ojos a su nietecita que no debía tener más de 7 u o años, allí fue cuando mi despiste tomó un aterrizaje forzoso, descubrí que tanto la señora como los policías estaban completamente desnudos, si estar vestido se le puede decir al hecho de llevar sombrero o un collar sobre la piel.

Fotografía de Spencer Tunick en Kingston upon Hull.

Al caer en cuenta lo que estaba pasando mire a mi alrededor para descubrir que todos en el Tribunal estaban complemente desnudos, si se puede llamar desnudo a tener algunos accesorios como relojes o carteras. Para mi asombro, detrás de la señora en cuestión y de los policías, se iban abalanzando más personas que me recriminaban que estuviera “tan bien vestido”. La señora espetó: "¡que no te das cuenta de tu acto “inmoral” riñe contra nuestras costumbres del buen vivir y del orden! Los policías confundidos decían “esto ya paso hace muchos años”, “es un performance”, dijo el otro. A los poco minutos tenía tanta gente desnuda a mi alrededor que no sabía yo si estaba en el Tribunal Electoral o en una foto de Spencer Tunick.

Entre empujones de señores y jóvenes muy alterados que, si no fuera por los policías me hubieran desnudado allí mismo. Los policías muy cordialmente me invitaron a salir del área, y yo al saber más que tío conejo dije: “oigan, si el dilema es que estoy vestido pues no pasa nada, paso ahora mismo a desnudarme y los acompaño en su locura”. Hubo unos minutos de silencio entre la multitud allí acuerpada, a lo que la señora reclamó: “¡que lo haga rápido!”, sin quitar un solo momento la mano de los ojos de su nietecita. Primero, me quité la corbata, los zapatos, la camisa y el pantalón, me quedé en calzoncillo y medias para ver la reacción de la gente. A lo que alguien gritó: “¡te nos unes o qué!”, mientras tanto, otro replico… “sí, acá estas con nosotros o en contra nosotros”. En ese momento tuve que respirar profundo y dije bueno “al enfermo lo que pida” y al desnudarme completamente todos se dieron cuenta que no tenía pene. Este sueño, derivó a un extraño cabaret donde mi amiga Charlie Chesse Cake salía desde atrás de la estatua, ubicada en el Tribunal Electoral, en un despampanante bikini que solo le tapaba las partes más íntimas y con música sonando de algún lado para todos acompañarla en una coreografía que decía…” los locos somos más, los locos somos más”… Fue en ese preciso momento cuando me desperté muy contrariado, incrédulo preguntándome si lo que me había pasado fue un sueño o una pesadilla.

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