La muerte es inherente al juego de
ajedrez. Las piezas, pequeñas representaciones humanas de un rey, su
reina, los obispos, los caballeros, los soldados y la artillería, mueren una y
otra vez en batallas feroces solo para reencarnar en la partida siguiente.
No mucha gente fallece jugando
ajedrez. Dicen que Alexander Alekhine, 4to Campeón del Mundo,
falleció frente a su tablero en su cuarto en un hotel en Estoril, Portugal,
mientras se preparaba para disputar el Match por el título Mundial contra el
ruso, Mijaíl Botvínnik. José Raúl Capablanca, 3er Campeón del Mundo, murió mientras
observaba una partida informal en el Club de Manhattan. Casos como
este hay puñado. Morir jugando ajedrez, morir haciendo lo que más te
gusta por momentos me parece un privilegio, una suerte.
Escena
de la película sueca Det sjunde inseglet (El séptimo sello). En ella se
ve a la muerte frente a Antonius Block, caballero cruzado, frente a un tablero
de ajedrez.
El ajedrez por correspondencia por su parte,
funciona diferente. Quienes practicamos esta modalidad
nos enfrascamos en titánicas luchas teóricas que pueden durar años (he tenido
competiciones de más de seiscientos días) en el estudio de ciertas posiciones
consultando todo cuando tenemos a mano: bases de datos de partidas y tablas de
finales, enciclopedias de apertura, motores de análisis, etc. El
ajedrez postal es un examen a libro abierto, como suelo explicarle a quienes
preguntan cómo funciona.
Generalmente intercambiamos correos entre los
competidores: “Mucho gusto, me llamo Fulano de Tal, tengo tantos años, trabajo
en X empresa, etc.”, “¿Cómo está la familia? ¿Viste el juego de futbol el
fin de semana?”. Creamos un nexo inevitable. Nuestro combate nos mantiene en
contacto por mucho tiempo. Llegamos a sentir un verdadero aprecio por
nuestros rivales y a forjar amistades que trascienden el deporte.
Hans-Peter
Mergard
El día de hoy he recibido la triste noticia
del fallecimiento de Hans-Peter Mergard, maestro alemán con quien competí en
las Preliminares del Campeonato del Mundo de Ajedrez Postal
(ICCF). Gran persona. Buen jugador. Tenía 73
años. Le sobreviven su esposa y una hija.
SIM
Alfredo Cilloniz Razzeto
Por desventura es la tercera vez que recibo
una noticia como esta. La primera vez fue en el año 2013, cuando me
enfrenté al SIM Alfredo Cilloniz Razzeto. Uno de los mejores
exponentes de esta modalidad del Perú. Su muerte me sorprendió
realmente pues su fallecimiento llegó cuando se encontraba en posición
ventajosa en nuestra partida. Me superaba en experiencia por
mucho. Este año se realizará una copa en su honor.
CCE
Verenzuela, Jesús
La segunda vez fue durante la pasada
Olimpiada ICCF, en el segundo tablero. En esta ocasión fue el
Experto Jesús Verenzuela de Venezuela cuyo caso fue particularmente emotivo por
el hecho de que obtuviera su título de Experto y una norma de Maestro después
de su fallecimiento como si hubiera seguido peleando aún después de partir.
Estas tres muertes me han hecho meditar sobre
el tema de este post, me han hecho pensar que algún día yo también dejaré
partidas sin terminar, que en un momento no responderé los mensajes de mis
rivales y no enviaré más mis respuestas a sus jugadas y que ellos notarán mi
ausencia y probablemente me escriban como yo lo hice en su momento: “¿Está todo
bien? Tengo tiempo sin recibir tus jugadas. Escríbeme
cuando puedas” y tal vez algunos días después el director del torneo o el
árbitro anunciará mi muerte tras confirmarla con mi Federación.
¿Me extrañarán cuando no esté? ¿Se
preguntarán acaso cual hubiera sido el desenlace de nuestro juego? No hay
forma de saberlo. Lo que sí sé es que llegado mi momento tendré una muerte como la
de Alekhine, frente a un tablero digital en el ciberespacio esperando por mi
movida para desentrañar los misterios de su posición. Al final del día
todos los ajedrecistas postales morimos como campeones del mundo, tratando de
entender un juego imposible, en busca de la movida perfecta.
https://platinumpeachpress.com/el-trigo-y-el-sindrome-del-intestino-que-gotea/
ResponderBorrarHe aquí un resumen rápido de cómo funciona su intestino – bueno, no funciona – cuando el intestino que gotea asoma su cabeza, y compruebe algunos síntomas que no se da cuenta de que están relacionados con esta afección.