miércoles, 31 de diciembre de 2014

... (Cuento Corto) - *Sin Editar*

Para Javier Long

Y de pronto, en medio de la niebla de hollín, en medio del sonido de la pólvora y de las oraciones de mi abuela, vi acercarse a un hombre negro, alto, corpulento, calvo y con una cicatriz grande en la parte izquierda del rostro.  Se detuvo frente a mí por un momento, y después de tomarse un trago de la botella del whiskey barato que traía en su mano, justo cuando nadie nos observaba, cuando todos miraban las luces en el cielo y celebraban la muerte del año, el misterioso peregrino me dijo con una voz ronca, seca y difícil de olvidar: ¡hay dos puestos!, y luego fue como si se marchara para siempre.  Nunca más le he vuelto a ver.  Pero hay veces, en noches como la de hoy, que creo escucharlo todavía caminando por allí…


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