lunes, 24 de febrero de 2014

La Desesperación de Walter White - Reflexiones sobre “Breaking Bad”

          No hay mucho que alguien como yo pueda decir acerca de esta serie tan premiada y aclamada internacional, pero ha sido tanto el impacto que ha causado en mí, que he decidido dedicarle una entrada en mi blog.

Cuando supe que Anthony Hopkins, uno de mis actores preferidos, envió una carta dirigida a Bryan Cranston para elogiar su labor en la serie televisiva “Breaking Bad”, quedé inmediatamente comprometido a verla.  

          En la carta, Mr. Hopkins se refería a la serie como: “brillante y adictiva”, “como el mejor trabajo que había visto en toda su vida”.  En este punto sentí que exageraba, pero no me importó y aquella misma noche, como a eso de las 9:00 p.m. le di play en mi computadora al capítulo número uno.  Lo cierto es que no me pude despegar de mi silla de ruedas hasta que no terminé los siete episodios de la primera temporada.  Fueron cinco horas y veinticinco minutos…  Tenía razón, era excelente.

          Me terminó sucediendo más o menos lo mismo que a Mr. Hopkins y en un periodo de dos semanas terminé de ver la serie completa.  Sesenta y dos episodios; un total aproximado de 47 horas.  Trataré en la medida que me sea posible evitar los spoilers, porque mi intención es la vean, pues la recomiendo.

          La serie se centra en la vida de un mediocre profesor de química llamado Walter White.  Este personaje está basado probablemente en un criminal de Alabama con el mismo nombre y los mismos delitos.  Walter es un hombre de clase media, con recursos financieros muy limitados.  Casi rayando en la pobreza subsiste a duras penas con dos trabajos: el de profesor y otro en un car wash por la tarde.  Está casado y el primer hijo del “no tan feliz” matrimonio es un joven con parálisis cerebralWalter es un hombre frustrado que vive de las aparariencias…

          Su esposa le informa que está embarazada y es precisamente durante este periodo en donde a Walter se le detecta un cáncer pulmonar.  El doctor le comunica que le queda poco tiempo de vida a menos que se someta a un riguroso tratamiento que lamentablemente su seguro de salud no cubre.  La existencia de nuestro querido Profesor White empieza a desmoronarse.  Las esposa de Walter, decide buscar un empleo, lo cual no es suficiente para la costosa medicación a la que tiene que someterse su cónyuge.

Bryan Cranston interpreta a Walter White.  Créditos de la imagen: Cara Thayer and Louie Van Patten.

          Es aquí en donde comienza mi reflexión, pues son este tipo de situaciones donde nuestra sociedad actual, nuestro complicado y desbalanceado sistema monetario internacional “fabrica” criminales como Walter White.  Hombres decentes que de un momento a otro se quedan sin opciones, sin esa siguiente jugada para seguir la complicada partida de ajedrez que nos plantea la vida. 

          Cualquiera que vea los tres o cuatro primeros episodios se dará cuenta que las interrogantes que se plantea Mr. White antes de iniciar sus actividades delictivas son totalmente razonables: “¿Qué debo hacer?  ¿Debo simplemente morir y dejar a mi esposa, a mi hijo discapacitado y mi hija recién nacida desamparados?”.  Para aquellos que tenemos familias estas son preguntan que muchas veces rondan nuestra cabeza.

Mr. White no quería una gran mansión, o un gran colegio para sus hijos.  Él solo quería lo “básico”.  Quería saber que si moría, sus hijos no quedarían sin educación, su esposa no perdería la casa, y que no pasarían hambre.  Eso era todo.

Por todo esto nuestro amable profesor se convierte en un productor de Metanfetaminas, una de las drogas más peligrosas en la actualidad y con los conocimientos que tiene sobre química logra que su “producto” sea inigualable, y aquel “cristal meth” con el distintivo color azul se vuelve el mejor en poco tiempo.

La desesperación de Walter White es legítima y sin querer me identifico con ella.  Es la misma desesperación que tuvo en algún momento un porcentaje de los convictos que hoy tenemos en nuestras cárceles: gente sin chances, quemados socialmente, sin salida, llenos de deudas, que no tuvieron otro camino que tomar que la delincuencia para auto-defenderse de este sistema que tiene una purga permanente contra la clase media para empujarnos a la pobreza (demás está decir que no me refiero a todos).      

          Este sistema social del cual hablo tiene una producción permanente de criminales, como lo he dicho, y la misma historia lo comprueba.  Cuantas veces no hemos visto grandes gobiernos patrocinar “a ciertas unidades” que terminan finalmente siendo los protagonistas del problema.

Es muy probable que si viviésemos en una sociedad utópica en donde cada quien pudiera tener la necesidades básicas sin tener que preocuparse, la criminalidad bajaría casi a cero.  Prueba de esto es que algunos de nuestros vecinos europeos han estado cerrando cárceles a falta de presos por tener mejores estructuras sociales.  Cosa que pareciera un sueño en América Latina.

Lo que me preocupa, es que los cambios que se necesitan hacer no se avistan en el horizonte todavía, y el sistema nos sigue y seguirá presionando, como tentando a que finalmente el Walter White que todos tenemos adentro, nuestro lado malo, tome el control total de nuestras vidas.

Enlaces de Interés:
YOUTUBE: The Real Walter White - http://www.youtube.com/watch?v=HkB9VJdu27M



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